A casi todos nos relaja el mar. Asociamos su sonido a algo placentero y que nos da tranquilidad pero, por desgracia, no para todos es igual. Para mucha gente, su sonido se asocia a sus dramas, a sus trágicas historias, a migraciones forzadas, a guerras de las que huir… vamos, al peor momento de sus vidas. Por eso, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha decidido contar sus historias desde esos lugares y esos sonidos que tanto asociamos nosotros al bienestar.

Para ello, han utilizado el símbolo por excelencia de la escucha del sonido del mar. Junto a Ogilvy y Artymer Innova han creado unas caracolas con un dispositivo que, al cogerlas, cuenta algunas de estas trágicas historias, y las han colocado por algunas playas a lo largo de nuestra costa. Una buena manera de recordar que, en cualquier situación, no podemos olvidarnos del resto de puntos de vista.

El otro sonido del mar

 

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