Las derivas internacionales de las marcas son complicadas. Cada lugar tiene su propio lenguaje, particularidades y términos que pueden convertir en una pesadilla su adaptación local. De hecho, hoy os traigo unos cuantos ejemplos de desastres en la traducción que han puesto las cosas difíciles a muchas empresas a la hora de trabajar en un mercado al que no están habituados.

Gerber
Esta marca de comidas para bebes llegó al mercado francés manteniendo su nombre original. Una estrategia respetable, si no llega a ser porque gerber en francés significa vomitar. Un significado que no creo que agrade a nadie que hable de comida o niños.

 Coca Cola
A la hora de traducir fonéticamente la marca al chino, no se les ocurrió mejor idea que utilizar los fonemas ke-kou-ke-la, que suenan parecido. En lo que no pensaron fue en sus significado, que era muerda el renacuajo de cera o yegua rellena de cera. Fail en toda regla.

 Pepsi
Estos, al igual que la competencia, también la liaron un poquito en Asia, donde tradujeron Come alive with Pepsi por algo así como Pepsi traerá a tus antepasados de vuelta de entre los muertos. Supersticiones fuera.

 Clairol
Lanzaron en Alemania su rizador de pelo Mist Stick sin traducir el nombre. Lástima que en alemán mist signifique estiércol. El inglés no funciona siempre.

Ford
La marca lanzó el Brasil su modelo Pinto. Todo correcto, salvo que Pinto en ese país es la palabra que se utiliza para designar unos genitales masculinos pequeños. Emm… bravo.

 Kentucky Fried Chicken
Al llegar a China, KFC tradujo toda su comunicación para adaptarla. Lógico, salvo porque por alguna razón tradujeron su claim Finger lickin’ good por Cómete tus dedos. Un poco menos apetecible.

 Mitsubishi
Bueno, en España ya sabemos todos lo que significa el nombre del modelo Pajero, ¿no? Vamos, un coche que se quería mucho.

Nissan
Em… ¿Nissan Moco? Pues eso.

nissan-moco

Mazda
Su modelo Laputa no pasó desapercibido por su nombre. No hace falta explicar más.

Mango
Esta empresa del grupo Inditex comercializó en Francia sus productos con los nombres traducidos de manera literal. Algo que no tenía que ser un problema, saaaaalvo que traduzcas una esclava (pulsera) literalmente en un país con ese segundo significado. Buf.

Mango esclava

Vamos, todo esto son problemas que las empresas se podían haber ahorrado de dos maneras: conociendo las costumbres locales y haciendo unos buenos cursos de alemán, chino o inglés que les hicieran renegar del Google Translator o traductores de la misma calaña. En resumen: primero hay que pensar y conocer, y luego, hacer.

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