Leía hace poco en Marketing news que Facebook está comenzando a probar a insertar publicidad personalizada en los perfiles de los usuarios a partir de sus estados o de las conversaciones que mantengan. Así, si por ejemplo, estas hablando de salir a cenar a un italiano, inmediatamente aparecerán ofertas y anuncios relacionados con el tema en tu estado. Según Advertising Age, se está probando esto en un 1% de sus usuarios (unos 6 millones de personas) y de ir bien podría extrapolarse al resto.

Esta noticia tiene dos lecturas, una buena y otra no tan buena. En la parte positiva podríamos conseguir sin mucho esfuerzo ofertas personalizadas para cosas que nos interesan en el momento que nos interesan. Todo será cuestión de saber la naturaleza de las ofertas que se presentan, pero es como conseguir la información que pretendemos sin molestarnos en buscarla.

En el lado malo, puede ser que Facebook esté sobrepasando la línea entre la publicidad y la invasión de la intimidad. Ya no estamos hablando de interactuar a partir de los grupos del usuario o de los «me gusta», sino que estamos hablando de invadir la intimidad de sus conversaciones.

El tiempo dirá si me equivoco o no, pero me parece que aunque es una idea con un potencial increíble es demasiado peligrosa como para llevarla a cabo. La publicidad lleva unos años intentándose convertir en un ente invisible. La más efectiva es la que no parece mismamente publicidad, ofreciendo contenidos o un valor añadido. Los usuarios están ya casi inmunizados contra la publicidad, desechando al instante todo lo que tiene aspecto de promocional. No se si lo mejor para cambiar esta tendencia es el hecho de que una marca pueda invadir, no ya tus redes, sino tu intimidad y tus conversaciones. A pesar de los clicks potenciales que pueden tener las marcas, no se hasta que punto invadir la vida de la gente puede salir rentable.

Tenemos que empezar a darnos cuenta que no se puede vender a cualquier precio, porque algún día podemos acabar pagándolo. Hay esferas en la vida de una persona que creo que no deberían tocarse. ¿O acaso alguien aguantaría que mientras habla por teléfono alguien estuviera al otro lado de la línea para ofrecerle descuentos acerca de sus conversaciones? Debemos empezar a aportar valor a nuestros potenciales clientes, no a empezar mal desde un principio.

Aunque no hay nada sagrado, hay cosas que tampoco se deberían profanar.

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